martes, 9 de junio de 2009

8 de junio 2009 Incursión ferroviaria en Tarragona y provincia






Ayer lunes me hice 600 km en total. Llegué a Tarragona ciudad. Después me desplacé a Duesaigües, en el Baix Camp, baje a Amposta, paré en Alcala de Xivert y terminé en Massalfassar. Un día muy movidito pero todo lo positivo y relajante que yo esperaba. Lo de ir en lunes fue “gracias” a que el domingo estuve en una mesa electoral, por lo que disponía de 5 horas compensadas por ley, a lo que sume 3 y media de las mías acumuladas.

La verdad que fue un día muy provechoso, fotográficamente hablando. Logré cazar cuatro mercantes, varios largo recorridos, entre ellos mí querido García Lorca y un par de regionales. De los cuatro mercantes, dos fueron en el incomparable marco del viaducto de Duesaigües.


Esta localidad tarraconense, Duesaigües, de la comarca del Baix Camp es una localidad que a pesar de tener el tren sobre sus cabezas, no tiene ni estación ni apeadero, cosa también lógica pues es una pequeña población de 200 habitantes.

El viaducto es magnífico, con 14 arcos que salvan el valle por donde discurre un pequeño río que desemboca en el pantano de Riudecanyes, el cual debes bordear para llegar al pueblo. Pero este no es el único viaducto, pues al otro lado del pueblo hay otro de 9 arcos, el cual no fotografié por desconocerlo. Así que me veré obligado a regresar en agosto, cuando tengo mis días de vacaciones.

Después de merodear un poco, decidí subir por un caminito que arrancaba junto a un puente antes del acceso al pueblo, y que me permitiría ponerme en una loma, desde la que tenía una magnífica panorámica de toda la extensión del viaducto. Con alegría descubrí un pequeño puente que pasaba por encima de la vía férrea justo a la salida de un túnel ferroviario, lo que me permitiría escuchar la llegada del tren desde ese sector, y por lo tanto prepararme. Tras la jornada descubrí que elegí mal la posición, pues desde esa posición “pillaría” correctamente a los trenes descendentes, no a los ascendentes, que son justamente los que circularon. Pero bueno, desconocía las circulaciones, y la verdad no me arrepiento de esa localización. En venideras visitas cambiaré la posición, para de esa forma pillar los ascendentes por la mañana y los descendentes por la tarde. En fin, que nunca llueve a gusto de todos.


Así que tras posicionarme cómodamente sentado sobre una cómoda piedra, me dediqué a contemplar el paisaje, disfrutar del Sol y de la brisa. Hasta que comencé a escuchar un ruido que provenía del túnel. Así que me levanté, preparé la cámara y disparé al “salero” que subía en dirección de la localidad de Flix cargado con 30 contenedores llenos de sal hasta los topes. Lógicamente lo pille de “culo”, pero el espectaculo fue sublime.


Casi sin tiempo de recuperarme, y tras clavarme un par de “cómodas ramitas” en un par de mini excursiones en busca de un mejor emplazamiento, de nuevo escuche el ruido típico del paso de un tren por un túnel. Así que salí disparado hacia la posición inicial, y cace un portacoches, vacío, todo amarillito él. También en dirección Flix, y por lo tanto de “culo”. En fin, que os puedo decir, de nuevo una alegría, que solo se siente cuando haces algo de lo que te sientes orgulloso y te llena. Si pudiera me dedicaría a esto todos los días. No pierdo la esperanza.